FRUSTRACIÓN Y ESPERANZA
- HAND PRIMEROS DIAS
- 4 jun
- 3 Min. de lectura
La historia de Mari | DÍA MUNDIAL DE LA FERTILIDAD
‘Para quedar embarazada te tenés que relajar’ debe ser la frase más repetida a una mujer que quiere ser madre. Miles de investigaciones sobre la infertilidad se resuelven con una mujer relajada.
Y si bien sé que no es la verdadera causa, un poco me la creo. Entonces ahí estoy yo con ayurveda, meditación, acupuntura, dieta, comidas sin harinas, ejercicio, rezarle a todos los santos, vitaminas, masajes, todo en búsqueda de alcanzar la máxima relajación, el estado óptimo para que suceda lo que, a esta altura, sería un milagro.
Hay un momento del ciclo en el que ya sé que me va a venir y no lo voy a poder evitar. Y otra vez no voy a ser mamá.
Pero por más de que tenga la certeza en el cuerpo, los días en los que me está por venir son un vaivén entre esperanza y frustración. Me duele un poquito, ok me va a venir. Voy al baño, como no manché, de nuevo esperanza. La inestabilidad emocional y el llanto fácil son otras alertas de que me está por venir, y en el llanto atragantado me preguntó ¿por qué a nosotros?
Intento ser paciente conmigo misma, pero ¿cuánta más paciencia puedo pedirme después de 5 años? 5 años de convivir con una ciclicidad que se obstina a interrumpir mi sueño. Todavía no aprendo a no ilusionarme.
Y en el mientras tanto, la gente se sigue embarazando. Y aunque mi alegría sea genuina, cada vez somos menos las que a mi edad todavía no tenemos hijos, y el grupo se reduce aún más entre las que de verdad lo estamos intentando.
Este año, por primera vez, me estoy animando a desarmar la resistencia que construí acerca de la posibilidad de hacer un tratamiento. Así que cambio el por qué a mí, a nosotros, y me aferro al para qué.
A mí que no me tomo ni un ibuprofeno aunque esté con migraña viendo luces de colores, me toca bombardearme de hormonas. A mí que cual capricorniana cumplo todo lo que se supone que hay que hacer, y que amo la estructura, me toca desestructurarme. A mí que nací para ser buena hija, buena esposa, buena amiga, buena alumna, me toca abrazar mis imperfecciones y aflojar la carga. A mí que me la paso hablando de fisiología y de la no intervención, me toca enfrentar un proceso de manipulación e intervención absoluta. A mí que me es fácil deconstruirme de la medicina moderna y estudiar ayurveda, hacer acupuntura, astrología, constelaciones, me toca re-abrazar a la ciencia que tanto cuestiono.
Como muchas veces en la vida, presa de mis palabras, me toca desaferrarme de mis convicciones. Me toca decirme lo que le digo a tantas madres: en la maternidad el desafío más grande es entender que nuestras expectativas distan mucho de la realidad y la solución es la flexibilidad. Flexibilizarme para no romperme. Así que cambio el foco, la perspectiva, me doy vuelta, patas para arriba, como en la vertical que estoy aprendiendo en yoga para mirar el camino distinto al que pensaba, recordándome que lo perfecto es enemigo de lo bueno.
Sabiendo que vos, que lees esto, tendrás también tus batallas, y deseándote que ojalá podamos desarmarnos para acercarnos a nuestro deseo.
Rendirnos, para que tenga sentido volver a soñarlo.
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